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Futbol Argentino

¿El Pincha está para campeón?

¿El Pincha está para campeón? ¿Cuánto valdrá, finalmente, ese cabezazo de Colotto aprovechado por Pavone a segundos del pitazo de Furchi? ¿Será ese momento de explosión recordado por años? Al cabo de 14 fechas, y ubicándose solo en el tope de la tabla, ¿puede ilusionarse Estudiantes con salir campeón?

Hay muchos prismas para observar al equipo de Mostaza. Una medida puede ser Olimpo. Ayer se enfrentaron el que quedó puntero con el que ya estaba último. Y si, como sucedió, los bahienses hicieron sufrir al Pincha, y estuvieron ahí de ganarlo, no es descabellado creer que las chances del Pincha están atadas con alambre.

Otra mirada es retrospectiva. En ese caso la película mostrará un equipo que del orden hizo un dogma, que cada partido lo juega a muerte y que para cada uno se pone la pilcha adecuada; que tiene un potencial futbolístico muy rico (en los pies de Gelabert, Sosa, Carrusca...) pese a que su fuerte es la columna defensiva (la dupla de centrales y Meléndez).

Otra opción es tomar al encuentro para observar las virtudes y los defectos que se vieron todas en un compacto de 90 minutos. En media hora Estudiantes desplegó el mayor caudal futbolístico (aun más que frente a Lanús), pero también completó el peor partido defensivo. Carrusca y Sosa se juntaron para deleitar y para mover la red: el Chelo de tiro libre, y el Principito tras una pared con su socio.

Entre los defectos, Mostaza tomó nota de las facilidades que se les dieron a los puntas (Delorte pivoteó como quiso, nunca fue anticipado), y los espacios a algunos volantes, como el caso de Hernán Buján.

Pero acaso el fuerte más alentador sea la capacidad que demostró para sobreponerse. Recibió duros golpes y a todos logró contestarlos. El gol de Franco había sido en un momento impensado, y tras cartón llegó el zapatazo de Galván; pero apareció Sosa para dominar los nervios sobre la chicharra. Luego, la expulsión de Romero parecía acabar con las ilusiones, y la suerte lo ayudó a resistirse a la derrota (Estévez dio un tiro en el techo del travesaño) y a los 47 lo depositó en la punta. En ese instante aparecieron respuestas a un par de preguntas. Una duda es si un equipo puede ser campeón sin un goleador que aporte ocho goles; la respuesta es que puede siempre y cuando los delanteros (como Pavone ayer) golpeen en los momentos necesarios. La otra es si Mostaza tiene suerte; y la explicación es que si la posee, el hombre la ayuda decisivamente, como cuando le dio las indicaciones a Colotto (factótum del tercero): "Pibe, quiero que vayas a cabecear todos los tiros". Esa indicación lo metió de cabeza a la punta después de tanto...

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